Acudí a una clase de Yoda Nidra a los 4 días de fallecer mi padre, después de unas semanas de hospital junto a él y presenciar su ultima exhalación.
La experiencia fue muy impactante, me sentí en su cuerpo, inmóvil a consecuencia de un ictus (él solo podía mover un brazo y apretar la mano) así pude entender como se sintió en su estado vegetativo, él y yo eramos uno.
En otro momento, salí de esa situación y estuve con él, jugando, bailando, riendo, me llevaba de su mano, fueron momentos de felicidad, hasta que oí «la clase de Gong Yoga Nidra ha terminado» en ese momento brotó de mis ojos un llanto incesante y muy reconfortante.
Fueron sensaciones muy intimas y mágicas que seguro me ayudarán a sobrellevar mejor su ausencia.
¡¡Muchas gracias por tus clases!!