
Nada más empezar tuve una imagen muy real. Tenía frente a mi a un ser muy extraño. Todo cubierto de negro, su piel era como una capa de alquitrán y su cara era de pájaro. ¡Era yo!
No quiero ser así, es como si algo me hubiese envuelto con esa capa negra. La rompo desde dentro y salgo por la corona, estoy desnudo, limpio, con la piel muy blanca. Durante los días siguientes, cuando escucho el gong esta escena vuelve a mi cabeza y conscientemente me visualizo rompiendo esa capa negra.